Leyendo la aventura de ser maestro encuentro muchas cuestiones y episodios que me parecen conocidos, como alumno egresado de universidad yo fui preparado de manera totalmente distinta a la que se prepara a un profesor ; recuerdo cuando recibí la invitación para acudir al Colegio de Bachilleres a impartir frente a grupo clases. Que me apuraba, el contenido del programa yo lo conocía ya que en mis clases de la Facultad de Derecho había visto con detenimiento lo que ahora me tocaba impartir, pero, desconocía la forma para aterrizar ese conocimiento, posterior a ello surgió en mi el temor de no saber si mi trabajo tenia eco en los alumnos y si el conocimiento estaba llegando a ellos. Yo luchaba por demostrar que mi preparación académica era lo máximo y que en mi existía el saber.
Hoy analizando esta lectura ( la aventura de ser maestro) me doy cuenta que verdaderamente falta la preparación adecuada, para llevar a nuestros jóvenes en esa construcción del conocimiento y ser nosotros guías en toda la extensión de la palabra, para contribuir en la formación de jóvenes con habilidades para enfrentar los retos que la sociedad actual les impone.
Desde el instante en que Dios, me permitió llegar al frente de una aula sentí cierto temor del papel que en ella pudiera realizar, pero al mismo tiempo en mi surgió la emoción y el deseo de estar ahí, en mi escuela, rodeado de jóvenes, impartiendo materia, contribuyendo con mis conocimientos, a mis alumnos, jóvenes soñadores, con metas a corto y largo plazo, con anhelos, y yo percibí que podía participar desde este mi espacio que hoy ocupo en lo que tenían en mente.
Nuestra capacitación, viene a fortalecer nuestras ansias de superación y soy sabedor que en esta Especialidad de Competencias Docentes, obtendré las herramientas y estrategias necesarias para mejorar mi contribución en el desarrollo de mis jóvenes alumnos.
Hoy analizando esta lectura ( la aventura de ser maestro) me doy cuenta que verdaderamente falta la preparación adecuada, para llevar a nuestros jóvenes en esa construcción del conocimiento y ser nosotros guías en toda la extensión de la palabra, para contribuir en la formación de jóvenes con habilidades para enfrentar los retos que la sociedad actual les impone.
Desde el instante en que Dios, me permitió llegar al frente de una aula sentí cierto temor del papel que en ella pudiera realizar, pero al mismo tiempo en mi surgió la emoción y el deseo de estar ahí, en mi escuela, rodeado de jóvenes, impartiendo materia, contribuyendo con mis conocimientos, a mis alumnos, jóvenes soñadores, con metas a corto y largo plazo, con anhelos, y yo percibí que podía participar desde este mi espacio que hoy ocupo en lo que tenían en mente.
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